martes, 19 de diciembre de 2017

Taxis y ómnibus ruteros: ¿con quién me voy?

Escrito por  Alina M. Lotti/CubaSí

Resulta complejo abordar el tema del transporte público, no solo porque responde a las necesidades de las mayorías, sino porque en este inciden disímiles aristas y las situaciones varían según los territorios.
“Las guagüitas amarillas son lo mejor que funciona ahora”, “este rutero es un tiro”, “no cojo los P, solo el transporte de las cooperativas”, fueron algunas de las afirmaciones que escuché mientras, en el otrora Paradero de la Víbora, esperaba el P-10.

Un breve sondeo entre familiares y amigos arrojó —efectivamente— que la población capitalina que utiliza el servicio se siente a gusto con esta opción que hoy existe en La Habana. 

Algunos de los entrevistados elogiaron el trabajo de la cooperativa que opera desde La Palma hasta el municipio de Marianao, y también la ruta de Mantilla al Parque de la Fraternidad, en Centro Habana.

Lo cierto es que tal alternativa ha llegado como un paliativo en relación con el transporte público, que —aunque mejorado en los últimos tiempos— aún dista mucho de lo que realmente necesita la capital, donde a diario se traslada más de un millón de personas.

Con más de 80 años, Cira Martín, una jubilada que reside en Arroyo Naranjo, considera que le resulta de gran comodidad la ruta que realiza el último trayecto, antes mencionado. “Es muy rápida y tiene un buen servicio, creo que ha venido a remediar los problemas del transporte, con un buen confort”.

Sin embargo, sobre este particular, Rita María González señaló lo contrario: “La mayor parte de las veces los choferes paran y dejan que suban pasajeros, sin tener en cuenta que los asientos están ocupados y, además, que el pasillo es muy estrecho para poder caminar de un lado a otro”.

Otras opiniones abordaron el tema de las nuevas rutas de taxis colectivos (experimento puesto en práctica desde hace unos meses), cuyos destinos benefician el traslado hacia los hospitales. Sin lugar a dudas, constituye otra opción, pero algunos no valoran adecuado el servicio que brindan.

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El costo de los tramos de los taxis colectivos es de los asuntos que más preocupa a la población que utiliza este servicio.

“Ante todo, algo muy importante es que una no sabe con exactitud cuánto debe pagar. En los que me he subido, casi nunca han tenido la pegatina con dicha explicación. Me he bajado en una esquina y, si lo hubiera hecho en la anterior, habría pagado la mitad del viaje. Eso me ha ocurrido por desconocimiento, ¡y claro, los choferes no te dicen nada!”, explicó María Emilia Rosales, vecina del municipio Cerro.

De ahí que sea un hecho que la población necesita más información sobre esas nuevas modalidades.

Amanda Torres, una joven que casi a diario realiza el trayecto de Fontanar al Vedado, evalúa de “buena opción” el taxi colectivo que transita por la avenida Boyeros rumbo a la intersección de las calles 27 y 0. “Es una vía rápida, pago 15 pesos, pero al regreso el monto se duplica y no me es factible dar 30 pesos todos los días”.

Sobre esa propia ruta, Ana Margarita Álvarez, residente en Santiago de las Vegas, consideró: “El lugar escogido para finalizar el recorrido no es el adecuado. La caseta, en 27 y 0, está en una esquina peligrosa. ¿Por qué no concluye en el Hospital Hermanos Ameijeiras? Ayudaría mucho a aquellos que fueron afectados después de que el P-16 cambió su recorrido por Vento”.

Si pusiéramos en una balanza los beneficios entre una alternativa y otra, la mayoría de los criterios apostarían por los ómnibus ruteros. Además de ser operativos, con rutas muy específicas, tienen un costo único, lo cual no provoca equívoco alguno.

Aquellas personas, por ejemplo, que acuden al hospital oftalmológico Ramón Pando Ferrer, saben que de un extremo a otro solo deberán pagar al final del viaje, o en un intermedio, cinco pesos. Sin embargo, en el caso de los taxis colectivos, ello constituye una tremenda desventaja.

“Uno lo detiene, pero en realidad no sabe cuánto debe pagar. Yo hago el viaje nervioso, siempre pensando si me quedo en una esquina o en otra, pues sé que los límites se establecen así”, dijo a CubaSí Carlos Gálvez, quien agregó que en una ocasión quiso pagar en CUC y el chofer le negó tal posibilidad, ya que cuando él liquidaba el dinero, no podía hacerlo en esa moneda.

Carlos se cuestionaba entonces el porqué de esta medida, pues en el país está institucionalizado el pago tanto en CUC como en CUP. “Solo hay que buscar el equivalente”, enfatizó.

Cubadebate reconocía hace unos días que, en el mes de mayo, autoridades del Ministerio del Transporte dieron a conocer que nuevas rutas de taxis ruteros recorrerían las arterias de la capital.
“La medida —argumentaba el texto— llegó como un bálsamo a los oídos de muchos que veían huecos sus bolsillos ante el ascenso incontrolable de los precios, las rutas “partidas” y el incumplimiento por la mayoría de los portadores privados de las tarifas fijas impuestas por el gobierno capitalino”.

No obstante, como ciudadana “consumidora” del transporte urbano, considero que esto es una pálida alternativa frente a la situación del transporte público que enfrenta el país, y que no ha podido solucionar por múltiples motivos.

Transporte en Cuba
Mejorar el transporte público constituye una prioridad para las autoridades de este sector.


En agosto del 2015, Cubadebate también publicó un comentario sobre el servicio de los taxis ruteros (cooperativas), el cual consideraba positiva la experiencia y resaltaba los criterios de la población en cuanto a su posible generalización.

En esa ocasión, el periodista comentaba: “Recuerdo que la primera vez que abordé un rutero me sorprendió gratamente el confort, el trato amable, el aire acondicionado, la posibilidad de viajar tranquilo y por solo cinco pesos. Sin embargo, en algunos casos, hoy la realidad es otra. Circulan por la vía carros con el aire acondicionado y asientos rotos, en ocasiones el tiempo de espera entre uno y otro es excesivamente largo y ya empiezan a notarse las deformaciones del experimento”.

Ya ha pasado algún tiempo y tal afirmación tiene su fundamento, pero también es una realidad que hoy constituye, en la capital del país, una solución digna al insuficiente servicio del transporte urbano.

Es necesario limar todo lo que pueda entorpecer su adecuado funcionamiento y organización porque, sin dudas, es un servicio que “resuelve”.

Quizás muchos —al igual que en otras ocasiones— me “acusen” de que solamente ofrezco la visión de la capital, y es lógico, pues aquí resido. Mas estoy sensibilizada con lo que sucede al interior del país, donde sé que la transportación de pasajeros es crítica y, muchas veces, prácticamente inexistente.

Creo que las autoridades pertinentes deben continuar evaluando con objetividad —teniendo muy en cuenta los criterios de la población— cualquier medida a tomar, pues, efectivamente, son los ciudadanos de a pie (como comúnmente se dice) los que siempre tendrán una visión real del asunto. Y, por supuesto, también hay que contar con la opinión de los trabajadores que operan tanto los taxis como los ómnibus ruteros.

Los experimentos son solo eso, pero no hay que esperar un largo tiempo para detectar los beneficios o inconvenientes de una determinada práctica, ni para corregir lo necesario. De lo que se trata es de buscar soluciones rápidas, solubles y beneficiosas para el pueblo.

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