¿A qué se debe el poder de EIIL en Irak?
Por Rasul Gudarzi
El autodenominado grupo Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), en menos de una semana y en un acto sin precedentes, tomó bajo control varias ciudades iraquíes entre ellas, Mosul y Tikrit. Nunca los miembros de Al-Qaeda habían conseguido estos logros en un país y, por primera vez en la era contemporánea, abrieron las fronteras entre países árabes y se movilizan entre Siria e Irak sin ningún impedimento.
Los insurgentes no se limitaron a la ciudad de Mosul; como una sombra de muerte, llegaron a las cercanías de la capital, Bagdad. En su camino, no se enfrentaron al ejército, los ciudadanos fueron los que pagaron el precio con su sangre. Cortan cabezas, asesinan niños, acribillan a balazos a familias enteras y, a su paso, dejan muerte y destrucción.
La ONU reveló que los terroristas mataron a cientos de civiles en la ciudad de Mosul, hirieron cerca de mil, ejecutaron a decenas, violaron a mujeres y secuestraron a 16 extranjeros. El pueblo está aterrado, hay medio millón de personas que han tenido que abandonar sus casas tan sólo en Mosul. Este grupo que se autodenominó "Estado Islámico de Irak y el Levante", al ocupar Mosul, robó más de 400 millones de dólares del banco central de la ciudad y, de este modo, se convirtió en el grupo terrorista más rico del mundo.
Teniendo en cuenta estos puntos, surge la interrogante: ¿Cómo y porqué ese grupo se ha vuelto tan poderoso? ¿Cuál es el rol de Occidente en esa crisis?
Estado Islámico de Irak y el Levante
El EIIL hasta 2011 cuando eligió el nombre de Estado Islámico de Irak, no tenía peso en las ecuaciones regionales. Ese grupo se fundó en Irak y la mayoría de sus miembros, incluso su comandante Abu Bakr al-Bagdadí, eran iraquíes. Más tarde, cuando empezaron a funcionar los Consejos del Despertar en Irak, dicho grupo no pudo recuperar su poder, incluso después de la disolución de los mismos. Al-Bagdadí, que desde 2007 se convirtió en el líder de Al-Qaeda en Irak, no había logrado crear un cambio profundo en dicha situación, hasta que surgió la crisis en Siria. Como primer paso, cambió el nombre de su grupo a Estado Islámico de Irak y el Levante, que se creó para liberarse del dominio de diversos gobiernos reaccionarios, y mostrar una cara multiétnica.
El segundo paso que dio fue separar Al-Qaeda de Aiman al-Zavaheri y actuar de forma independiente. Con la formación del Frente Al-Nusra, Ahrar Al-Sham y otros grupos terroristas en Siria y el inicio de la rivalidad entre ellos y el EIIL, junto a los esfuerzos de Al-Zavaheri para unirlos, el EIIL se convirtió en el paraguas de Al-Qaeda y aumentó su poderío día tras día, debido al abandono de la mayor parte de los miembros y su incorporación a Al-Bagdadí.
Otro factor que contribuyó al poderío del EIIL, fue la incorporación de algunos seculares panárabes a ese movimiento, ya que ambos buscan un objetivo común: debilitar el Gobierno del primer ministro iraquí, Nura al-Maliki, dominar los territorios de residencia suní en Irak y enfrentarse a los chiíes.
El ex vicepresidente de Saddam Husein y líder del principal frente del partido Baas, Izzat al-Dori Ibrahim, que controla la mayoría de los comandantes del disuelto Ejército de Irak, puso su experiencia militar a disposición del EIIL que, unida a una violencia sin precedentes, causaron la situación actual de Irak. Además no se debe olvidar la traición de la mayoría de los comandantes del Ejército iraquí y su apoyo a las fuerzas ocupantes en Mosul.
Rol de Occidente en la crisis en Irak
Es muy superficial pensar en que el EIIL, por sí solo, ha podido crear la crisis en Irak. Occidente y algunos gobiernos árabes reaccionarios de la región recurrieron a dos medidas importantes para llegar a ese objetivo; por un lado, hacerle creer al mundo que es una guerra entre chiíes y suníes y, por otro, emplear todos sus gigantescos medios de comunicación para impulsar una guerra psicológica basada en que los terroristas están ganando terreno.
Occidente quiere decir que esa crisis es un levantamiento de los suníes contra el gobierno chií, debido a las torturas y presiones que ejerció supuestamente Al-Maliki desde que llegó al poder, para que de ese modo ejerzan presión sobre el Gobierno de Bagdad, para eliminarle de la escena política y como consecuencia debilitar el bloque chií en la región.
Junto a estas medidas, aumentaron sus consultas y visitas al país árabe, especialmente a las zonas de conflicto, así como a la región semiautónoma del Kurdistán. Su objetivo es crear un conflicto político además de militar y debilitar al gobierno central. El canciller británico, William Hague, y el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, se reunieron con el presidente Masud Barzani y “por casualidad”, tras estas reuniones, Barzani dijo que no devolvería la ciudad de Kirkuk al Gobierno central de Bagdad, algo que provocó la protesta de los líderes políticos iraquíes, tanto suníes como chiíes.
De esa forma, Occidente en un plan bien calculado desde hace tiempo está allanando el terreno para regresar a este país rico en petróleo, bajo el repetido pretexto de luchar contra el terrorismo y defender la democracia. Estas aseveraciones se pueden ver en las palabras del senador estadounidense, John McCain, quien al inicio del año en curso, propuso al presidente Barack Obama que aceptara el retorno del general retirado David Petraeus a Irak, para así reanudar -como dijo- sus esfuerzos para luchar contra el terrorismo en ese país.
En la crisis de Irak no solo no existen factores que puedan convertirlo en otra Siria, sino por el contrario factores que reflejan que esta no durará mucho. Eso radica en el ámbito religioso y su liderazgo en el país, su prueba es la incorporación de miles de voluntarios al Ejército para defender su patria, después del edicto religioso (Fatwa) del máximo clérigo chií en Irak, el ayatolá Seyed Ali Sistani, basado en la unidad de todos los iraquíes, de todas las religiones y sectas para luchar contra los terroristas.
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