La circulación profunda del Atlántico podría ralentizarse un 42% para el 2100
En un estudio de la Universidad de California en Irvine, los científicos analizaron las predicciones de 36 modelos climáticos y demostraron que el calentamiento del agua de mar provocado por el cambio climático ralentizará la circulación profunda en los océanos Atlántico y Austral.
De acuerdo con la investigación, la corriente atlántica principal, la corriente del Golfo, se ralentizará en un 42% para el año 2100 y para el 2300, la corriente del Golfo podría detenerse por completo.
La importancia de la circulación
En el Atlántico, a medida que el agua caliente fluye hacia el norte por la superficie, se enfría y se evapora, haciéndose más salada y densa. Esta agua más pesada se hunde en las profundidades oceánicas y se dirige hacia el sur, donde acaba remontando, transportando desde las profundidades los nutrientes que constituyen la base alimenticia de los ecosistemas marinos.
Además, la circulación oceánica que se extiende por todo el planeta crea una poderosa fábrica para el procesamiento del dióxido de carbono atmosférico. La interacción física y química básica del agua de mar y el aire —los científicos estadounidenses la denominan "bomba de solubilidad"— atrae CO2 hacia el océano. Aunque la circulación oceánica devuelve parte del carbono al cielo, la cantidad neta queda secuestrada en las profundidades del océano.
Además, se produce una "bomba biológica", ya que el fitoplancton utiliza el CO2 durante la fotosíntesis y en la formación de conchas de carbonato. Cuando el plancton y los animales más grandes mueren, se hunden, descomponiéndose lentamente y liberando el carbono y los nutrientes en las profundidades. Una parte vuelve a la superficie con la circulación y el afloramiento, pero otra permanece almacenada bajo las olas.
La interrupción de la circulación reducirá la absorción por el océano del dióxido de carbono de la atmósfera y, por tanto, acelerará el calentamiento climático.
Con el tiempo, los nutrientes que sustentan los ecosistemas marinos quedarían cada vez más atrapados en las profundidades oceánicas, lo que provocaría un descenso de la productividad biológica del océano global.
Los autores comparan los cambios pronosticados con una catástrofe climática equivalente al deshielo completo de las capas de hielo del planeta.
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