viernes, 28 de agosto de 2015


Extracción de petróleo

Se hunde la OPEP

© AP Photo/ Hasan Jamali
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Luis Rivas
A pocos días del 55 aniversario del nacimiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el cartel ahora compuesto por 12 países (Arabia Saudí, Angola, Argelia, Libia, Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Irán, Kuwait, Nigeria, Qatar y Venezuela) vive uno de sus peores momentos. La crisis de los 50 en el seno del club ha provocado que algunos de sus componentes comiencen a dudar sobre la existencia misma del grupo: ¿Para qué sirve la OPEP?, se preguntan negativamente algunos medios de prensa.
En este aniversario y en esta crisis es preciso recordar también al venezolano considerado como «el padre de la OPEP». Juan Pablo Pérez Alfonzo (1903-1979) fue uno de los principales impulsores de la organización, para él pensada como un mecanismo de control de producción y precios que ayudara a los países productores a liberarse de las grandes compañías privadas y a mejorar las condiciones económicas de sus pueblos.
Pérez Alfonzo supo detectar enseguida que la OPEP por él soñada poco tenía que ver con su desarrollo posterior. Entre sus obras escritas sobre asuntos siempre relacionados con los hidrocarburos destaca «Hundiéndonos en el excremento del diablo», donde refleja su crítica y su decepción sobre el tratamiento que los políticos hacen de una riqueza que él pensaba serviría para beneficiar a toda la ciudadanía.
Cinco décadas después de su nacimiento, la OPEP vive una guerra interna provocada por la bajada brutal del precio del petróleo. Resulta curioso leer las informaciones sobre el crudo de los últimos meses, cuando los analistas — a los que siempre recurrimos los periodistas ingnorantes como el que suscribe- señalaban el peligro de un barril de petróleo por debajo de los 100 dólares norteamericanos, que es la moneda en la que se comercializa este «excremento».
La rebelión de «los 5 frágiles»
Estamos ya por debajo de los 50 dólares barril y los siempre respetados analistas piensan incluso que el precio puede bajar hasta los 30 «fulas». Con estas cifras, algunos países miembros de la OPEP, digamos con respeto, los más pobres de la organización, o los llamados «los 5 frágiles» (Argelia, Irak, Libia, Nigeria y Venezuela), denuncian la política de sus colegas «ricos», Arabia Saudí y sus aliados del Golfo.
El régimen de Ryad es el primer señalado por, según sus detractores dentro de la OPEP, desvirtuar uno de los principios de la organización: luchar por la estabilización de los precios y reducir la producción para aumentar el coste del petróleo.
Argelia, cuyos hidrocarburos suponen el 98 por ciento de sus exportaciones, ha levantado la voz de los críticos al intentar forzar una reunión de urgencia antes de la oficial, que se celebrará el 4 de diciembre. Desde la dirigencia de la OPEP se dejó claro que la situación no requiere ningún tratamiento de emergencia.
Arabia Saudí se opone pues a reducir la producción de petróleo, el arma siempre utilizada por la organización para aumentar los precios. Su fenomenal riqueza, acumulada durante décadas, le permite incluso perder dinero, en su lucha por mantener sus mercados, amenazados por su rival norteamericano.
Para algunos especialistas, Ryad no quire dejarse conquistar el terreno por el gas de esquisto producido en Estados Unidos, y haría todo lo posible para hundir ese nuevo hidrocarburo, en teoría, más caro de producir que el petróleo. Esos mismos especialistas señalan incluso que aunque los saudíes decidieran reducir la producción, desde Estados Unidos se lucharía por mantener bajos los precios del combustible, inundando los mercados con el gas de esquisto almacenado y aprovechando el avance tecnológico que ha provocado al abaratamiento del «fracking».
Una coyuntura internacional negativa
Los productores partidarios de aumentar el precio del petróleo deben contar con otros factores de la actualidad decepcionantes para sus intereses.
En primer lugar, el «frenazo de China» (batacazo de la bolsa de Shangai, devaluación del yuán…), el principal devorador de energía del planeta, que se ha puesto a dieta y ha generado un «shock» de consecuencias incalculables para la economía mundial, aunque ya calculables para la industria petrolera.
Para muchos mienbros de la OPEP tampoco es una buena noticia el levantamiento de las sanciones a Irán, tras el acuerdo sobre la producción nuclear de Teherán. En efecto, la República Islámica — miembro de la organización- vuelve al mercado del petróleo y colaborará a inundar un mercado ya hipersaturado, donde la demanda decrece proporcionalmente tres veces con relación a la oferta.
Irán vuelve al escenario internacional económico y político. Rival regional de Arabia Saudí en la guerra que se libran suníes y chiíes en el área, no podrá contar con la generosidad de Ryad, que impedirá por todos los medios que Irán se recupere gracias al maná negro con un aumento de los precios. Es más, expertos en el mercado del petróleo aseguran que el retorno al mercado de Irán provocará una bajada de 10 dólares por barril en 2016.
La Agencia Internacional de la Energía, considerada como la defensora de los intereses energéticos occidentales, estima también que la producción mundial de petróleo seguirá aumentando de manera «desenfrenada».
Malos augurios, pues, para los países miembros de la OPEP a los que la extracción de petróleo les cuesta ya casi más que su comercialización. Malas noticias también para los productores de crudo fuera de la OPEP, que ven sus economías afectadas por los bajos precios, pero que tampoco pueden frenar su producción, precísamente porque esas economías dependen en buena parte de la venta del crudo.
En esa guerra que se libran Estados Unidos y Arabia Saudí, también hay víctimas norteamericanas. Las grandes petroleras ya no pueden dormirse sobre su colchón de billetes. Exxon Mobil y Chevron han reducido sus beneficios en un 50 por ciento. La sexta de las grandes compañías, Sabine Oil and Gas, ha sucumbido en el campo de batalla. Las empresas que han invertido en el gas de esquisto empiezan a temblar…
Por supuesto, la interpretación política de esta crisis tiene también sus adeptos. Venezuela y Ecuador han denunciado esta situación como «una decisión de ejes imperiales». Mucho se ha insistido, también, sobre la intención de los Estados Unidos de utilizar la crisis del petróleo para intentar humillar a Rusia.
De aquí al 4 de diciembre, las maniobras y las declaraciones entre bambalinas sustituirán a las decisiones oficiales de la OPEP. Mientras tanto, solo hay algo seguro: el olor del excremento del diablo seguirá apestando.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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